Ramón Valdés: “Es un orgullo contribuir con mi trabajo a la justicia social” | Funeraria Hogar de Cristo
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Dos cosas son inevitables en su vida: que lo asocien al Chavo del 8 por llamarse igual que el famoso don Ramón, y que le pregunten detalles sobre su trabajo en la Funeraria Hogar de Cristo, la más antigua y grande del país. La primera la toma con humor y la segunda, con tolerancia. “La morbosidad y curiosidad son propias del ser humano”, dice con sabiduría.

Fuente: HogarDeCristo.cl


Ramón Luis Valdés Díaz (60) pensó que él era el único en todo Chile con esos nombres pero no, dice que son cerca de ocho personas que se llaman igual. Y lo más curioso es que en su familia le llaman simplemente “Pepé”, un apodo que le puso su padre. En el trabajo lógicamente todos lo conocen simplemente como Ramón. Hace 18 años trabaja en la Funeraria del Hogar de Cristo, donde por 15 se desempeñó realizando servicios domiciliarios. Actualmente es Jefe de Ventas y tiene a su cargo un equipo de 18 asesores.

Es un hombre que se ha hecho a sí mismo. A los 19 años dejó sus estudios de microbiología en alimentos en Inacap y con 200 mil pesos en el bolsillo se fue a Grecia para embarcarse en una aventura de dos años a bordo de un barco mercante. “Viajé con un tío que se enfermó y me tocó quedarme solo, pero logré lo que quería y conocí muchos países”, dice orgulloso.

De regreso a Chile estudió mecánica dental, asunto que tampoco concluyó porque entró a trabajar por 15 años en la imprenta del Hotel Sheraton. “Siempre he tenido espíritu emprendedor. En esa época compré un taxi y apenas salía de la imprenta me ponía a taxear. Tenía 32 años y ya estaba casado con dos hijos. Gracias al taxi conocí todo Santiago, lo que me sirvió mucho después en mi trabajo de servicios domiciliarios en la funeraria”.

También arrendó una casa con negocio de abarrotes para que su señora se hiciera cargo. “Pedí un crédito Fosis por nueve millones de pesos para comprar maquinaria e instalé una amasandería. Nos fue muy bien hasta el 2002 cuando se produjo la crisis asiática. Me faltaban 10 meses para terminar de pagar el crédito. Tuve que cerrar”, relata.

Se puso a buscar trabajo y así llegó a la Funeraria Hogar de Cristo, que este 28 de octubre pasado recibió un importante premio internacional por la calidad de sus servicios funerarios. Se trata del reconocimiento a la excelencia que otorga anualmente la NFDA (National Funeral Directors Association), que aglutina a 11.000 empresas del rubro en Estados Unidos y a otras miles en 39 países del mundo.

Ramón Valdés recuerda que al principio le tocó turno nocturno en La Florida y que rezaba para que no llegara nadie, transpiraba, estaba muy nervioso. “A los 15 días me llamaron para ir a la oficina en Estación Central donde aprendí mucho con dos compañeros más antiguos. Después me ofrecieron formar parte del equipo de servicio domiciliario y en esa labor estuve 15 años”.

¿Qué cualidades debe tener una persona que trabaja en este rubro?
Mi trabajo es ingrato porque siempre estamos atendiendo a las personas en momentos de mucho dolor. Por esa razón, es muy importante desarrollar las habilidades blandas, principalmente la empatía. Hay que tener tino y vocación de servicio. Yo jamás induciría a una persona aprovechándome de ese triste momento a decirle que su familiar no se merece esto, su papá es su papá, se merece lo mejor. Jamás induciré a alguien a asumir un gasto imposible, nuestros servicios son todos muy dignos, desde el más barato hasta el más caro.

Lo que más le gratifica es atender con el mismo respeto y dignidad a personas de todos los estratos socioeconómicos, desde personalidades de altos cargos hasta gente humilde y trabajadora. Muchos ignoran que la funeraria es una empresa B, líder en responsabilidad social, medio ambiental y relaciones laborales, y que destina todas sus utilidades al funcionamiento de los programas sociales del Hogar de Cristo, lo que se traduce en que cada año entrega más de 500 servicios gratuitos a acogidos de la fundación, adultos mayores en abandono de diversos lugares de Chile y migrantes sin familia.

“Para mí es un enorme orgullo contribuir con mi trabajo a la justicia social de esta manera. Hay gente que en su vida nunca tuvo nada pero que no por eso, a la hora de su muerte, debe sufrir un trato indigno. Nuestra funeraria da servicios costo cero a personas en situación de pobreza y para mí, es un hecho valioso”, señala.

También le da alegría entrar en la intimidad de las familias y brindarles tranquilidad en los duros momentos que están enfrentando.

¿Qué ha sido lo más difícil que ha tenido que enfrentar?
No puedo dar nombres, por respeto a las familias, pero me han tocado casos de connotación pública como el accidente del avión Casa 212 de la Fach en 2011 y el terremoto de 2010. En esa ocasión estuve en Concepción y fue muy dramático, porque eran demasiada gente fallecida, nunca lo olvidaré. También me ha tocado enfrentar peleas al interior de las familias. Yo tengo que bajar el perfil porque detrás de mí está el nombre del Hogar de Cristo. Tratar de conciliar a todas las partes. Hace poco atendí a un padre de la población Juanita Aguirre que perdió a su único hijo de 23 años, víctima de cáncer. Fue muy tremendo y me partió el corazón.

¿Qué consejo le darías a las personas que tarde o temprano deberán asumir la dolorosa tarea de dar sepultura a un ser querido?
Mi principal consejo es que hablen con naturalidad de este tema siempre en familia. Mis hijos ya saben todo lo que deben hacer cuando yo y su madre fallezcamos. Conocen mis deseos al respecto. Ser previsores es una buena manera de ayudarlos a enfrentar esta situación.